domingo, 22 de febrero de 2009

Terremoto de Cinchona. Manuel Mora Robles. Costa Rica.

En esta ocasión, la Revista Cultural Espíritu Literario se complace en presentarles una reflexión poética de aguda visión y profundos sentimientos sobre la tragedia que sacudió a nuestra amada patria. Hechos terribles que conmueven nuestras almas, es deseo de este equipo editor agradecer a todos los que desinteresadamente tendieron sus manos para ayudar a nuestros hermanos afectados por la cruel catástrofe. Con fe y esperanzas en un futuro mejor, es que brindamos a continuación los emotivos versos de nuestro querido y prestigioso poeta don Manuel Mora Robles.

“TERREMOTO  DE  CINCHONA”

(ENERO – 8 – 2009)

REFLEXIÓN  POÉTICA

 

Introducción :

 

A raíz de los acontecimientos acaecidos el día ocho de enero del año dos mil nueve, un profundo sentimiento de dolor invade nuestro ser y enluta el alma. Lo que ha sucedido, rompió la calma, y la sangre de nuestros hermanos a la unidad nos llama y su llanto clama.. Expresar el dolor interno; y plasmar con tinta lo que fue ese infierno no es nada tierno. Desahogar el inesperado estremecer; que nos hizo desfallecer en un bello atardecer, allí hay que responder. Buscar con fervor, a pesar del mal sabor que nos provocó dolor, una respuesta del Señor, quien es nuestro creador. Ese es Jesús, que desde su agónica cruz, nos alumbró con su luz, una luz de esperanza que nos de confianza, y que en medio de su gloriosa alabanza, encontremos la enseñanza, una enseñanza para salir adelante con su amor fragante, ya que es estos momentos, es lo más importante.

 

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Jueves ocho de enero,

1:22 minutos de la tarde,

un día de calor que arde,

el pueblo trabaja con esmero;

Hombres y mujeres, niños y ancianos

con su rutina matutina como aldeanos,

transitando por senderos y caminos,

 construyendo sus moradas y destinos,

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Con su esfuerzo caseríos se establecen,

y con sacrificio las comunidades crecen,

un pueblo que por su humildad merecen,

ser admirados por la labor que ejercen.

 Una franja, en un parque nacional,

 a l visitarla, es algo excepcional,

 su flora y fauna, y cascada natural,

 atracción del turista, por lo general.

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Tiemblan los montes, y sus horizontes,

un ruido estrepitoso, de pánico espantoso,

sonidos escalofriantes, y muy constantes,

no hubo tiempo, fue destrozante.

 Se mueve y se mueve, no es nada leve,

 se mueve y se mueve, tampoco breve,

 truena y resuena, no es nada buena,

explota su entraña, de terror nos baña.

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Se hunden veredas, con sus praderas,

y algo muy grande, sus carreteras,

se pierden caminos, y sus destinos,

las montañas desnudan, lo que estornudan.

y la tierra enferma, de muerte inundan.

 Se abre la tierra, espantosamente,

 las casas al fondo, con su pariente,

los negocios por igual, horriblemente,

 algo inaceptable, humanamente.

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La tierra de los montes, se viene encima,

grandes aludes, desde la cima.

la atmósfera declina, y cambia su clima,

y desde la colina, se mira la ruina.

 Pueblos poblados, muy golpeados,

 Poasito, Vara Blanca y Fraijanes,

 primeros habitantes localizados,

 posterior a los impactos señalados.

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Cinchona, tus tierras de sangre amontona;

por el dolor a una tragedia que no perdona.

La tristeza y el mal sabor nos congestiona,

por la ausencia y la desgracia de una persona.

 Pasarán los años y los años,

 y costará subir peldaños,

 la cicatriz; mantendrán los daños,

 y el palpitar de ruidos extraños.

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Y dice el testigo tristemente;

tristemente el sobreviviente,

con su perdida mirada al frente,

y su permanente dolor viviente.

 ¡Se los tragó la tierra, con su casa!

 ¡Toda una familia, y en masa!

¡Se tragó también el carro,

 y lo cubrió de barro!

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En su visita el turista,

vivió el horror de vista,

temerosos buscaron la pista,

y eludieron la entrevista.

Pierden los ríos su fortaleza,

 ha desaparecido su gran belleza,

recorre el campo con tristeza,

por el golpe de la naturaleza.

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Cambió de estructura su geografía,

ya no existe topografía,

el suelo se llenó de amargura,

y su bello ambiente de locura.

 Sólo grietas por todas partes;

 a consecuencia de los desastres,

no hay en su base soportes,

 sólo zanjas y cortes.

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Únicamente Dios, conoce la historia,

y quedará en su memoria

solamente Dios, guarda el misterio,

de su voluntad y criterio.

 Él enlutó el Cielo,

 y la tierra cubrió de duelo,

 por el desastre del suelo,

 Que fue nuestro desvelo.

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Él fundó este mundo;

con su amor profundo,

permitiendo la dolencia;

para probar nuestra creencia.

 Golpea al país, el movimiento,

bastante fuerte, el acontecimiento,

por todas partes hay sufrimiento,

que hacen eco, con su lamento.

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Carreras y gritos, en oficinas,

vidrieras quebradas, son las rutinas,

esperando el momento, en que termina,

un terremoto que se origina.

Dan la información, los noticieros,

 escuchando primero, a Pilar Cisneros,

 la flota completa, de sus guerreros,

anuncian al mundo, como hormigueros.

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Suena y suena, la voz de alerta,

la comunicación, está abierta,

las autoridades, buscando puerta,

la solución, está resuelta.

Da la directriz del alto mando;

Comisión de Emergencias coordinando,

al pueblo van anunciando,

 que el rescate se está programando.

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En la zona del desastre,

hay mucho contraste,

muerte y desolación;

y mucha desesperación.

 Un medio de comunicación,

el celular la salvación,

 notificó a la nación,

 su ubicación e identificación.

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El ejército de salvación,

acuden a su misión,

escalofriante la visión,

que los llena de compasión.

Con el corazón, las palas y manos,

 escarban para rescatar hermanos,

entregando como buenos samaritanos,

el amor hacia los seres humanos.

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En su pesada y ardua labor,

caen lágrimas de inmenso dolor,

bañando sus cuerpos espeso sudor,

que les da fuerza y mucho valor.

Los grandes héroes del rescate,

sólo pendían de un mecate,

 para bajar y subir triunfante,

con el objetivo lo más importante.

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Uno a uno; los cuerpos salían,

con su dolor la paz mantenían,

y cada vez que uno aparecía,

su débil sentimiento los afligía.

 En toda una inmensa llanura,

 en aquellos fondos de la bajura,

 desde el monte y su altura,

 se observa el valle de la amargura.

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Debajo de aquella tierra dura,

ha quedado una sepultura,

se desconoce su figura,

pero en el cielo está segura.

Para los animales hubo piedad,

 muchas personas con voluntad,

 los rescataron de su cautividad,

y les proporcionaron seguridad.

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Grupos de apoyo con su inquietud,

sembraron el fruto de su virtud,

para ayudar a una gran multitud,

que fue golpeada en plenitud.

 Honor al mérito a los periodistas,

 valientes y excelentes comentaristas,

 que por sus medios informativos;

 mostraron al mundo sus exclusivos.

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Honor al mérito a la guardia civil,

que sin revolver, bayoneta y fusil,

sin cañones, mortero y misil,

“Verás a tu pueblo valiente y viril”

 A la Benemérita Cruz Roja y su baluarte,

 levantando con dignidad su estandarte,

 sin importar y preocupar su suerte,

arriesgaron su vida mediando la muerte.

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Salud noble pueblo de Costa Rica,

con su carisma, amor y mística,

entregaron su corazón, con fe y pasión,

por una causa en que sufrió la nación,

a consecuencia de una parcial destrucción.

 

Sus brazos abrazaron con solidaridad,

el sufrimiento, la estancia y la soledad,

de aquellos hermanos que con humildad,

acudieron a buscar su digna estabilidad.

 

Hoy, todos lloramos su amarga tristeza,

y pedimos a Dios, les de fortaleza,

en los momentos de riqueza o pobreza,

les damos la mano, con toda nobleza.

 

Autor: Manuel Mora Robles                                San José, Moravia                                       14-enero-2009

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