VEINTINUEVEAVO ANUNCIO A mi prima Carolina Bruna Pizarro
“degollado de luz en su lecho de oro”
Julio Barrenechea
Especulaciones de luz y de sombra en los rincones
Como si fuese una cabeza abierta hasta la mitad
Donde ponen una quemadura de lagarto
Para confirmar que todo el mar es manejado por plantas y cerraduras
Todos los cuerpos como páginas para la videncia del aire
Tres o cuatro en una misma frazada, mudos y copiosos
De tal profusión se puede esperar que los ángeles sean separados
Con borrosas preguntas a lo largo de los parques
Tú hablaras por la cerradura de la nieve
Para que lo que exista dentro de los ojos, también exista dentro del mar
Sea eso como los primeros pasos que se dieron en la luz
Ayúdame a hacer un techo con esa quemadura de lagarto
Quiero cubrirme de las hinchazones del amanecer
Cuando todos estemos ahí en medio del barro
Tratando de levantar algunas tablas, como si hacináramos alas y páginas
Tres o cuatro o cinco en una misma frazada, gimientes y escalonados
Cada doblez para ese mar que para siempre perdieron en el cielo
De eso se puede esperar que las alas puedan darle una edad distinta a la tierra
Yo lo espero, aunque se han lanzado tantas monedas al aire
Lo espero con estas columnas prófugas
Cuando las plantas os manejan, y vuestra mudez reverdece
De tal forma que esa cerradura de nieve da a un mar perdido
Da a la tumba de judas, cubierta de betarragas
Habla por ella, ya que solo en ti amanecen las claves
Habla por ella, ya que al barro fuimos tirados, con dos o tres tablas para levantar algo
Para que lo exista dentro del crepúsculo,
También exista dentro de lo que hemos levantado con estas tablas
Y al menos dos ventanas para mirar impuramente la miel deshonrada,
Todas esas columnas hacinadas en un rayo de sol
Y nuestro techo es una quemadura de lagarto
De vez en cuando uno de nosotros baja de ahí
Y lo ayudas con plantas y sombras
Lo ayudas porque su mudez, también la sufrimos, a poco de nacer
Como se sufre el primer viaje, o el dormir en distintas partes,
O no tener donde dormir
Sin otra forma de pasar los días que lanzando monedas en las calles
Monedas que ganábamos al vender betarragas,
Esas que sacábamos de la tumba de judas, ofreciéndolas en las plazas,
Y la videncia del aire fueron esas monedas
Aunque todo eso haya reverdecido, algo no ha sido cerrado
Algo de donde sigue cayendo esa miel deshonrada,
Si, una quemadura de lagarto es nuestro techo,
Por eso hemos dejado frazadas sobre frazadas hasta que llegan arriba
Y caen y quedan de un lado a otro y adentro ellos acostados,
Con esa peste que sale de la cerradura de nieve
Y progresa hasta que todos sienten que están dentro de un dibujo, que ellos mismos hacen
Como especulaciones de luz y de sombra en todos los rincones
Que dan como final vuestra cabeza partida hasta la mitad
Y esto bien puede ser una pagina entre el mar y el cuerpo
O esto bien puede ser esa cerradura de nieve que confirma nuestra peste
Habla por ella, di que por ahí se ve como el mar prostituye las plantas
Se ve el mar, ese mar que se entrega solo
Para que lo que existe dentro del cielo, también exista dentro del cuerpo
Alza ese resto de cortina,
Tú sabes que la quemadura de lagarto, rosada se vuelve en ciertas conmemoraciones
A medida que quitas ese resto de cortina, vuelve a su color habitual,
Si lo delatas corres el riesgo de quedar por siempre dentro del dibujo
Súbete sobre esa quemadura de lagarto a contemplar todo aquel barrial
Alza ese resto de cortina sobre los cielos, arrójala cuando pasen los pájaros
Y se la lleven para cubrir lo impuro
Borra el dibujo con una quemadura de lagarto,
O borra algunas partes,
Que parezca todo barro, con algunas tablas levantadas
O que parezca esa primera incubación en los bosques hipnotizados
Mitades y columnas prófugas terminan encontrándose lejos ya de toda forma o familia
Lanzaremos todas nuestras monedas al aire, sin preguntarnos porque
Caerán sobre la tumba de judas, ya toda cubierta de betarragas
Hubo quienes injertan carne en esa quemadura de lagarto
Y ponen la frazada encima
Y prófugas columnas
Y velas en todos los rincones
Y el pedazo de cortina
Para el pasado mañana de las mitades y los mares.
Porque los ángeles fueron separados con borrosas preguntas a lo largo de los parques
Cuatro o cinco o seis o siete en una misma frazada
Veras los gemidos que salen, como de ese mar que para siempre perdieron en el cielo
Veras la mudez que luego sobreviene, copiosa, escalonada
Como la de esos rincones que poco a poco van siendo borrados
Para que una inmovilidad de cerradura sea sobre la luz y la sombra.