Te alejo de mi sombra, despacio y sin tormento,
sin soñar, ni apresarte en las quejas del piano.
El mutismo asombrado de mi propias memorias,
evade las razones y mata los recuerdos.
Nuevos ojos y bocas y miembros enredados
en lujuriosa calma, en impúdicas luchas.
Carne sobre la carne, en náufragos intentos
de alejar el sabor y el olor de tu cuerpo.
Solo queda en mis ojos la chispa de tu nombre,
sacramental destino de una ausencia forzada.
En las letras feroces que dibujó la muerte,
está la paradoja de mi prueba de vida.-