lunes, 20 de octubre de 2008

De Malabo a Bariloche (Cuento).


De Malabo a Bariloche.



Año 1978. África Subsahariana. Guinea Ecuatorial. Isla de Bioko. Capital: Malabo.El agobiante calor del sol ecuatorial cubría la capital africana. Malabo se levantaba esas mañanas de sus largos sueños de libertad.


Raimundo José Mbutu Nguema era un joven ministro y colaborador del entonces dictador el presidente Francisco Macías. Gracias a la posición privilegiada de su padre que había participado del derrocamiento y ejecución del ex primer ministro anterior a la independencia, Bonifacio Ondó Edu, Raimundo realizó sus estudios en la Budapest comunista y en la Moscú soviética. Su estadía en el bloque oriental le permitió cultivar amistades muy poderosas.

La extraña mezcla de fascismo y marxismo de Macías no dejaba de sorprender al joven asesor. Aunque ideológicamente el dictador se autodenominaba marxista alababa públicamente la figura de Adolf Hitler. A tal punto llegó su falta de equilibrio que siguió el modelo haitiano de François Duvallier utilizando la magia negra para atemorizar a su gente. El desmedido culto a su personalidad hizo que fuera obligatorio llamarlo "El Milagro Único de Guinea" mientras que a los ojos del mundo el país había pasado de ser la "Suiza africana" a ser la “Auschwitz africana”.

La influencia que ejercía Raimundo sobre Macías era nefasta. El presidente poco a poco se convirtió en un títere del malvado ministro. Le había llenado la cabeza con ideas extravagantes, libres interpretaciones de las corrientes socialistas de la época. Una breve visita a la infame Argentina del Mundial de Fútbol enseñó a los africanos nuevas técnicas de secuestro y tortura de personas. Apasionado del balón, Raimundo contrató a varios jugadores argentinos de segunda categoría con el fin de organizar la selección nacional ecuatoguineana. Los extranjeros, ya en tierras de Macías, totalmente desilusionados del ambiente represivo, siguiendo los más bajos instintos de su sangre aprovecharon la estadía en el palacio presidencial para robar importantes piezas de marfil y fugarse de Malabo.

"El Milagro Único de Guinea", enfurecido por el hurto y la estafa sufrida, envió a Raimundo a prisión, prohibió la pesca y el uso de zapatos en todo el territorio nacional, desmanteló el ferrocarril y suprimió los hospitales y las escuelas. Raimundo para calmar los nervios de su presidente resolvió dar un golpe de efecto magnífico. Implorando, se hizo escuchar por Macías. La isla de Bioko se encuentra estratégicamente ubicada en el océano Atlántico. Los rusos, que no habían participado en el antiguo reparto colonial del continente negro, miraban con buenos ojos a la novísima república subsahariana. Guinea Ecuatorial se encontraba en una terrible crisis económica. La mala administración casi había acabado por completo con el cultivo del cacao, su principal fuente de ingresos durante la dominación española. Años atrás, los soviéticos habían ofrecido una gran cantidad de dinero a cambio de la utilización del puerto de Luba. Raimundo, astuto como el zorro, propuso al delegado de la KGB en la capital la construcción de una base secreta de submarinos nucleares a cambio de la financiación de los caprichos de Macías y de la aniquilación total de la etnia bubi que su corazón fang odiaba con todas sus fuerzas. Llegaron a oídos del Soviet Supremo las exigencias del siniestro personaje. La Unión Soviética accedió al pedido económico pero rechazó contundentemente su participación en el genocidio. Raimundo recordó entonces su experiencia argentina. Existían pocos asesinos tan eficaces como los militares argentinos en cuestiones de eliminar seres humanos sin dejar rastros. Para no despertar la ira de Macías nuevamente, mintió descaradamente diciendo que los uniformados pertenecían a la Legión Extranjera. Los criminales organizaron eficientemente la matanza alcanzando la nada despreciable cifra de ochenta mil muertos. Raimundo, precavido de que su suerte no duraría por siempre, mandó a edificar un búnker secreto en medio de la selva ecuatorial. Macías aprobó el proyecto con la condición de trasladar todas las reservas valiosas al escondite, transformando virtualmente al lugar en su banco personal.

Desde las entrañas del servicio penitenciario se gestaba el foco de una heroica revolución. El sobrino de Macías, Teodoro Obiang Nguema, con el apoyo del ejército y muchos valientes comenzó una feroz batalla contra el opresor. El ex mandatario se atrincheró en su flamante refugio. Ya cercado y sin esperanzas, destruyó todas las divisas de Guinea que en ese momento mantenían una paridad con la peseta española lo que sumergió al pueblo en una estrepitosa miseria.
"El Milagro Único" fue llevado a juicio sumarísimo por un tribunal militar que lo condenó a muerte por innumerables crímenes. Era tan temido Macías que ningún soldado guineano se atrevió a dispararle por lo que debió ser fusilado por un regimiento de mercenarios marroquíes. Eso dio fin a la pesadilla que vivió la valiente república durante ese cruel régimen. En 1979 fue proclamada una nueva constitución. Fue nombrado presidente Teodoro Obiang Nguema que inauguró un nuevo período de paz y orden para la digna y pujante nación.Raimundo, quien se encontraba preparado para una eventual fuga, huyó junto a sus secuaces en un submarino soviético cargado de oro rumbo a la Patagonia.

No hay mejor lugar para vivir para un vil criminal internacional que Bariloche. Raimundo, feliz, era vecino de la casa del Führer. El anciano jerarca nazi y el inescrupuloso consejero tomaban el té mientras caía la nieve en el invernal paisaje austral.


Cristian Claudio Casadey Jarai